El plan para la reconstrucción de Europa de posguerra fue una iniciativa de los EE.UU. con el que envió ayudas económicas por valor de unos 20.000.000.000 dólares de la época a Europa.


Al terminar la II Guerra Mundial, los Estados Unidos, el verdadero ganador de la guerra, decidió ayudar a la reconstrucción de gran parte de Europa. El viejo continente había quedado arrasado desde las costas del Atlántico hasta los Urales y desde los fiordos noruegos al norte de África.
La guerra había costado más de 50 millones de muertos e innumerables heridos. Europa había perdido la mitad de su industria. La destrucción de numerosas ciudades, pueblos e infraestructuras de todo tipo (puentes, carreteras, vías ferroviarias, tendidos eléctricos...) dejó al continente convertido en un enorme solar repleto de escombros. Ciudades como Colonia, Budapest, Berlín, Varsovia, Dresde, Rotterdam, Stalingrado, San Petersburgo, Coventry quedaron destruidas en su casi totalidad.
Estados Unidos salió reforzado. No se combatió en su casa a excepción del ataque Pearl Harbor. Su economía tuvo un auge espectacular.  El PIB de los Estados Unidos creció a un ritmo del 10 % anual en los cinco largos años de la guerra. En 1945 Estados Unidos era la fábrica del mundo, controlando dos tercios de las reservas mundiales de oro y se había convertido en el mayor acreedor de todas las naciones que habían participado en la guerra, incluida la Unión Soviética.
El plan para la reconstrucción de Europa de posguerra fue una iniciativa de los Estados Unidos. 

Nacía el Plan Marshall con el que los estadounidenses dieron ayudas económicas por valor de unos 20.000.000.000 dólares de la época para la reconstrucción de algunos países de Europa devastados tras la II Guerra Mundial. Un dólar de 1951 equivaldría a algo más de 10 dólares en la actualidad. La ayuda del Plan Marshall fue una décima parte del actual presupuesto europeo para el relanzamiento económico de una gran parte del Viejo Continente. 


Frenar la expansión del comunismo

El Plan Marshall funcionó de 1947 a 1951. Su objetivo político era frenar la expansión del comunismo en Europa. Supuso la disminución de las barreras interestatales y una menor regulación de los negocios, al tiempo que alentaba el aumento de la productividad, la afiliación sindical y nuevos modelos modernos de negocio. El Plan ayudó poco a la recuperación de ciertos sectores estratégicos europeos, lo que favoreció la entrada de empresas estadounidenses.
Las ayudas norteamericanas se entregaron básicamente per cápita, pero se dieron cantidades mayores a las grandes potencias industriales, ya que se pensaba que su reactivación tiraría del resto del continente. Las naciones aliadas recibieron más ayuda per cápita que los antiguos miembros del Eje o que las naciones que se habían mantenido neutrales. España no tuvo ayuda por parte del Plan Marshall.
Otra iniciativa fue el Programa de Asistencia Técnica por el que se reunía grupos de ingenieros e industriales europeos y se les llevaba a los Estados Unidos a visitar minas, fábricas y fundiciones para que pudieran copiar los adelantos tecnológicos a su regreso a Europa. Al mismo tiempo, unos cuantos centenares de consejeros técnicos estadounidenses fueron enviados a Europa.

La Unión Soviética rechazó la ayuda
El mayor beneficiado fue Gran Bretaña que recibió el 26 % del total del dinero del Plan Marshall, seguido de Francia con el 18 % y la nueva Alemania Occidental con el 11 %. Un total de 18 países europeos se beneficiaron. Stalin, la Unión Soviética, se negó a recibir ayuda por temor a perder su descabalada independencia económica. Su negativa bloqueó las posibles ayudas a Alemania Oriental, Hungría, Checoslovaquia, Polonia... Francia y el Reino Unido recibieron más ayuda, pero Alemania Occidental se recuperó significativamente más rápido.
La mayoría de los países participantes en el Plan, salvo Alemania, sabían desde un principio que nunca tendrían que devolver a los Estados Unidos el dinero prestado.
A pesar de la indudable importancia del Plan Marshall Europa ya empezaba en 1947 su reconstrucción gracias a las ayudas anteriores concedidas por la UNRRA (United Nations Relief and Rehabilitation Administration) una institución de las Naciones Unidas que existió desde 1943 a 1947.
Las primeras partidas importantes de la ayuda fueron a parar a Rumanía y a Bélgica en enero de 1947 por ser los países más amenazados por la expansión comunista, aunque ya recibían ayuda económica dentro de la Doctrina Truman. En un principio, el Reino Unido quiso apoyar económicamente a los anticomunistas, pero dada su situación económica tuvo que pedir a los Estados Unidos que continuaran solos.
Las relaciones comerciales rehechas con el Plan Marshall sirvieron para favorecer la creación de la OTAN. Los europeos empezaron a fraguar los proyectos de unificación del continente que pronto generarían la primera semilla de la Unión Europea convencidos de la necesidad de formar un bloque compacto para poder sobrevivir.

Un comisario en cada capital europea
El primer objetivo del Plan Marshall fue colaborar a la mejora de la economía europea, de su producción industrial, trabajar en apoyo de las monedas europeas y facilitar el comercio internacional. El dinero del Plan Marshall fue transferido a los gobiernos europeos en colaboración estrecha con las autoridades norteamericanas.  Había un comisario en cada capital europea, generalmente un destacado empresario, con la misión de consejero y guardián. 
El Plan Marshall sirvió para que Europa pudiese comprar productos a los Estados Unidos. Al haber, prácticamente, agotado sus reservas monetarias durante la guerra, la ayuda del Plan Marshall representaba una de sus pocas vías para poder importar bienes del exterior. En un primer momento los europeos adquirieron productos de primera necesidad, víveres y combustible, pero poco a poco empezaron a importar bienes necesarios para la reconstrucción, la finalidad principal del Plan. De los 13.000 millones de dólares aportados por los Estados Unidos a mediados de 1951, 3.400 se gastaron en materias primas y productos semi manufacturados, 3.200 en comida, lienzo y fertilizantes, 1.900 en maquinaria, vehículos y equipamiento y 1.600 en combustible.
Con el comienzo de la Guerra de Corea (1950) una parte importante de la ayuda se desvió a la compra de armamento. Comenzaba la Guerra Fría y no tan fría.
Durante los años del Plan Marshall la producción industrial europea creció un 35 %. La agrícola superó la producción de antes de la guerra. La pobreza y el hambre de los primeros años de posguerra desaparecieron. Europa Occidental vivió dos décadas de crecimiento, lo que aumentó espectacularmente el nivel de vida de muchos europeos, dando paso a la Europa que conocemos en la actualidad. Al otro lado del Telón de Acero las cosas eran muy diferentes.