Brasil es el país más extenso de América del Sur, situándose en el quinto lugar del mundo en cuanto a extensión solo superado por Rusia, Canadá, China y Estados Unidos. 
Las fronteras de Brasil tocan todos los Estados sudamericanos, a excepción de Chile y Ecuador. 

Brasil cuenta con una población de 217.240.409 habitantes. En su conjunto, la población alcanza la cifra mas alta de toda America, si se excluye Estados Unidos. Brasil cuenta con inmensas superficies casi totalmente despobladas como puede ser la zona amazónica con una superficie de 3,5 millones de kilómetros cuadrados y una densidad de población de 2,57 habitantes por kilómetro cuadrado. 
Este país posee una economía mixta con abundantes recursos naturales. 

La agricultura es una de sus principales fuentes de ingreso, productos como el café, la caña de azúcar, la soja, maíz, naranja, algodón, caucho en las que destaca como uno de los mayores productores a nivel mundial. 
En el sector secundario Brasil cuenta con una pujante industria que aporta el 19% del PIB y emplea a más del 20% de su población. Es el mayor exportador de hierro y uno de los mayores productores de aluminio y carbón. En lo referente a hidrocarburos cuenta con una de las mayores reservas de petróleo del mundo. 

Además, la industria aeroespacial brasileña destaca impulsada por la empresa Embraer, que tiene un muy importante papel en las exportaciones brasileñas. 

En cuanto a su política de relaciones internacionales, Brasil, ha establecido lazos de unión con el resto de los países latinoamericanos, participando en foros como Mercosur y la Organización de los Estados Americanos con el fin de impulsar el desarrollo comercial de Latinoamérica y dejar claro su liderazgo.
También ha tenido una participación más activa en el G20 y es uno de los miembros fundadores de los BRICS. 
Desde el año 2007 Brasil es socio estratégico de la Unión Europea mediante la firma del Acuerdo de Asociación Estratégica UE - Brasil. 
En enero del actual año 2022 la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) ha enviado al gobierno brasileño la carta de invitación que formaliza el inicio del proceso de adhesión como miembro de las economías más avanzadas del mundo. 
Una vez comentadas las enormes capacidades que tiene Brasil, podríamos preguntarnos:


¿Por qué Brasil no tiene unas tasas de crecimiento más altas? o ¿Cuáles son los principales obstáculos que limitan o restringen el desarrollo económico de Brasil?


Podemos observar distintas etapas en la historia de Brasil:


Periodo colonial (1500 – 1815) 

El periodo colonial brasileño se corresponde con el dominio portugués de la zona, que abarca desde 1500 hasta 1822, momento de su independencia. 
Se considera que el descubridor de Brasil fue Vicente Yáñez Pinzón. Es a partir de 1502 cuando comienza la explotación de los recursos naturales del territorio y, también se consolida el comercio portugués.

A pesar de que la colonización del país no gozaba del interés del Reino de Portugal, el rey Juan III, ante la amenaza de la invasión francesa y holandesa, dispuso la colonización sistemática del país, dividiéndolo en 15 capitanías, asignadas a miembros de la nobleza portuguesa. Durante este período, se distinguen 3 ciclos económicos:

  • El palo Brasil: el palo era una madera noble muy apreciada en el continente europeo y la explotación de este cultivo se llevó a cabo desde 1500 a1534.
  • La caña de azúcar: ciclo que comprende desde 1534, cuando el palo Brasil comenzó a agotarse, hasta 1647 y eso tiene como consecuencia una creciente demanda internacional de azúcar brasileño.
  • El oro y los diamantes:  comienza alrededor de 1690 y se extiende hasta finales del siglo XVIII. El país se convirtió así en el primer gran productor moderno de diamantes. 

Imperio (1822 – 1889) 

La economía de este periodo se caracterizó principalmente por la exportación de materias primas. Los principales bienes exportados eran el café, el azúcar, el algodón, el caucho, el cacao y cuero y pieles. 
La agricultura también tenía un papel fundamental en esta época, ya que esta actividad ocupaba a cerca del 80% de la población.

En 1822 se produce la independencia de Brasil, rompiendo los lazos de unión política con Portugal. 
En resumen, la economía brasileña gozaba de buena salud en este periodo, con ingresos per cápita similares a los de Estados Unidos a finales del siglo XIX. 


Primera República (1889 – 1930) 

La República brasileña nació principalmente por el impulso de la región cafetalera, que reclamaba una mayor autonomía. Esto se debe a la importancia que tenía para la economía del país la exportación del café. 
No obstante, la gran masa de la población no sufrió muchos cambios concretos, ya que la economía siguió basada en la exportación de la materia prima y el poder continuó en manos de los latifundistas.
El primer gobierno republicano aplicó una política financiera desastrosa, que provocó un estancamiento económico hasta el final de la Primera República Brasileña. 
Durante su última fase, la denominada “República del Café com Leite”, (1891 – 1930), se realizó una política que favorecía a los estados que producían principalmente estos alimentos (Minas Gerais leche, y Sao Pablo, café).


Era Vargas (1930 – 1945) 

Este periodo de la historia de Brasil abarca desde 1930, momento en que el caudillo Dorneles Vargas alcanzó el poder como presidente provisional.

La participación del Estado en la economía del país se agudiza en 1942 cuando, tras la ruptura de Brasil con los países del Eje, se sistematizan el control y la dirección de la actividad económica nacional y se crea la Comisión de Defensa de la Economía Nacional, que comienza a monopolizar las tareas de planificación de la producción agrícola, industrial y minera, así como las de distribución y comercialización de los productos del país. 

República del 46 (1945 – 1964)

Durante esta época, en la que se sucedieron varios presidentes del Gobierno, se produjo una nueva etapa de inversiones en Brasil, puesto que la coyuntura hizo que el capital internacional con base en Estados Unidos se destinara a otros países dependientes. 

La gran inestabilidad política hizo que se provocaran crisis de relaciones entre el capital nacional y el extranjero, y el fortalecimiento del gran capital internacional hizo que se produjeran una fuerte concentración y monopolización de los principales sectores económicos, lo que llevó a una redistribución de la renta que afectó principalmente a los más débiles económicamente. 


Régimen Militar (1964 – 1985)

El gobierno de Goulart resolvió la situación de inflación e inestabilidad económica derivadas del gobierno anterior. Además, intentó resolver esta situación en favor del capital privado a través de varias medidas: 

  • Una violenta contención de salarios, lo que elevó el nivel de ganancia de las empresas.
  • Una violenta contención de créditos, lo que paralizó las inversiones especulativas y quebró gran parte de las empresas tecnológicamente atrasadas, mal administradas y pequeñas, disminuyendo así la circulación financiera y las presiones inflacionarias.
  • Un aumento de la recaudación estatal con una fuerte carga fiscal, una racionalización de la imposición, un aumento de la represión sobre las evasiones, y una adopción de mecanismos de evaluación de las deudas al estado , que no permitía a los deudores morosos aprovecharse de la inflación. 
Todo esto afectó especialmente a asalariados y pequeñas y medianas empresas y propietarios, que se vieron afectados por una política de violencia incontenida cuyo objetivo consistía en recuperar la tasa de productividad del conjunto de la economía en favor de la gran empresa moderna, especialmente de origen extranjero. 
Entre 1980 y 1983 se produce una gran recesión económica con elevadas tasas de inflación, descenso de la productividad, aumento del desempleo, disminución de los salarios reales y con gran contratación de contratos de trabajo informales.

Nueva República (1985 – actualidad) 

Se implanta el  Plan Real fue una herramienta muy eficaz para luchar contra la inflación. Este Plan tuvo 3 etapas: 
  • Principios de 1994, aprobando el Congreso la creación de un Fondo Social de Emergencia que permitía al Gobierno destinar el 20% de los ingresos del Estado de forma discrecional. 
  • La segunda etapa comienza en marzo de 1994 adoptando la (URV), esta permitió ajustar las variaciones de precios y salarios. 
  • La tercera etapa estableció el nuevo sistema de precios con la URV. A partir de julio de 1994 Brasil fijó su moneda, el real, que se convierte en el nuevo medio de pago en la economía. 

También se produjo una recuperación de la inversión que se destinó principalmente a la modernización de las empresas. 
Los dos primeros años del Plan Real fueron muy fructíferos, acelerándose el crecimiento económico, mejorando las condiciones de vida de un gran número de población y reduciendo los grupos en riesgo de pobreza. 
Es a partir de 1996 cuando empiezan a aparecer síntomas de inestabilidad económica, la crisis de Asia (1997), el incumplimiento de deuda rusa (1998) y otras circunstancias financieras adversas. 
Todo esto llevó al Banco Central de Brasil a adoptar en 1999 un régimen de cambio de flotación libre.

La llegada del siglo XXI supone un momento de crecimiento para la economía del país. 

En la primera década la economía de Brasil tuvo un gran desarrollo y modernización, colocándose a la cabeza de los países de América Latina , llegando a tener en el 2011 un PIB equivalente al 43% del 17 PIB total de América Latina. A partir de 2003, la economía brasileña se sitúa entre las primeras del mundo, a lo que ha contribuido el incremento del volumen y precio de la demanda internacional de materias primas, especialmente de petróleo y carbón, así como la entrada de nuevos capitales y un conjunto de reformas estructurales. De hecho, el país afrontó la crisis económica del 2008 con un margen de maniobra mayor que en otras ocasiones, recuperándose significativamente en 2010. 
En el año 2011 se llevaron a cabo una serie de medidas económicas denominadas la Nueva Matriz Económica (NME) que duraron hasta 2014, consistió en la intervención del Gobierno en la economía y el aumento de gasto público en inversiones, sin embargo no se consiguió y la inflación subió. 

Para evitar esta subida el Gobierno adoptó algunas medidas como el control de precio del combustible y sus derivados, del sector eléctrico. 
A consecuencia del aumento del gasto para subvencionar el control de precios y las inversiones, aumentó la deuda pública, el PIB cayó generando una inestabilidad económica y disminuyendo la inversión privada, cayendo las exportaciones y la entrada de capital extranjero. 
Todos los factores anteriores de incertidumbre económica aumentaron la tasa de interés para financiar la deuda pública brasileña, creció el desempleo y la inflación subió hasta el 10,6% produciéndose una fuga de capitales importante y creando una situación muy desfavorable para Brasil con la mayor recesión de su historia. 

El aumento de los precios de las commodities exportadas por Brasil ayudó a sanear la Balanza de Pagos consiguiendo rebajar la deuda. 
Las exportaciones brasileñas cambiaron de ser exportador de manufacturas a exportador de productos básicos en detrimento de su economía ya que aportaba menos riqueza. 
Durante este periodo la inflación siguió siendo un problema constante con muchas fluctuaciones. 

En el año 2016 en plena crisis la inflación interanual alcanzó el 9,6% El real brasileño sufrió una apreciación y sobretodo desde 2003 debido al aumento de los precios de materias primas y las elevadas tasas de interés. Esto favoreció el valor adquisitivo de los brasileños, aumentando las importaciones y perjudicando la balanza comercial pero a partir del 2014 en plena desaceleración, el real brasileño tuvo una fuerte devaluación. 

En la primera década del siglo XXI el crecimiento continuado de la economía provocó la recuperación del mercado de trabajo que había estado muy ralentizado hasta ese momento. El empleo en Brasil creció a un ritmo medio del 2,6% anual. A partir del 2014 la tasa de desempleo fue subiendo y en el 2021 alcanzó un 13,8% 

En 2019  Bolsonaro se opuso al cierre de la economía alegando que podrían ser peores las consecuencias de este cierre para la población que la propia pandemia. Esta decisión evitó una recesión a corto plazo pero provocó una crisis sanitaria que a medio plazo ha causado una desaceleración económica retrayéndose la economía un 3,9%, su mayor caída en dos décadas, en 2020 y repuntando posteriormente en 2021 con un crecimiento del 4,5%. En este momento el alza de la inflación ha provocado una mayor elevación en la tasa básica de interés por parte del Banco Central de Brasil. De la misma forma la renta de las familias se ha estancado, el consumo tiene una clara tendencia negativa y se ha elevado el coste de los créditos 
En los últimos años se ha desplomado la inversión pública junto con la inversión privada y extranjera, esta baja inversión se debe a la desindustrialización con una pérdida de diversificación, baja competitividad y un sector externo basado en commodities 




Desde la época colonial a la actual, la economía de Brasil ha sufrido enormes variaciones, con crisis económicas combinadas con ciclos de recuperación. En muchas ocasiones, estos momentos de recesión y crisis se han debido a situaciones de inestabilidad política y social en el país, y las recuperaciones, a cambios en las políticas económicas, diferentes planes de estabilización, propiciados por los nuevos gobiernos. 
A pesar de situarse entre las primeras economías del mundo y del crecimiento experimentado en los últimos años, desde el año 2011 se observa un agotamiento en el modelo de crecimiento, así como ciertas limitaciones estructurales, que hacen que no acabe de posicionarse como una gran potencia económica a pesar de sus recursos naturales, demográficos y su capacidad para jugar un mayor papel en la escena internacional. 





PIB PER CÁPITA





Como se puede observar, hasta el año 2013, Brasil había tenido un crecimiento sostenido. Cada ciclo de expansión se ha visto cortado por una crisis, que se ha solventado tras un breve periodo de recesión económica. 
 En primer lugar,se observa que Brasil tuvo, durante la década de los 90, un crecimiento correcto  impulsado por el Plan Real de 1994 que se vio truncado por la crisis financiera del Sudeste Asiático de 1997 y el consecuente clima de desconfianza hacia las inversiones en países en desarrollo que se originó.

Con la entrada del siglo XXI comenzó una época de esplendor económico impulsada por la creciente exportación a lo que se añadió la fuerte subida de precios de las commodities (“boom de las commodities”), que tuvo un impacto especialmente positivo para Brasil. 

Además, durante estos años Brasil atrajo una importante afluencia de capital extranjero e inversiones, lo que sirvió también para aliviar ciertos problemas de la estructura socioeconómica de Brasil, como la tasa de desempleo y la desigualdad en términos de ingresos, lo que a su vez revertió en una mayor productividad y retornos de la economía brasileña. 

Esta etapa de desarrollo económico concluye definitivamente en 2014, cuando se produce un aumento de, entre otros indicadores, la tasa de inflación, la tasa de empleo y el déficit fiscal. 
Además de una serie de escándalos de corrupción que mermaron tanto la confianza de  los inversores internacionales, como del sector privado del país. 
A partir de 2015 se introdujeron medidas para corregir tanto la alarmante situación fiscal como para evitar un periodo de hiperinflación que pusiera en jaque la estabilidad monetaria. 
En los años 2018 y 2019, la economía de Brasil empezó a recuperarse pero esa tendencia no se pudo consolidar debido al comienzo de la pandemia global del coronavirus. 



DÉFICIT PÚBLICO









SALDO DE BALANZA FISCAL Y BALANZA PRIMARIA DEL GOBIERNO DE BRASIL



El gobierno de Brasil ha tenido en las últimas décadas un superávit de en torno al 2% (respecto del PIB) en su saldo fiscal primario, que junto con el fuerte desarrollo crecimiento económico experimentado a partir del año 2005 y el efecto de la inflación sirvieron para reducir la deuda neta en términos del PIB desde el 60,4% de 2002 al 36% de 2013.

Esta paulatina reducción de la deuda supuso que el déficit de la balanza fiscal total tuviera un déficit sostenido del 3-4% durante la década de los 2000 y hasta la llegada de la recesión en 2013, situándose en 10,2% en 2015. 
En estos años se hizo evidente la necesidad de implantar una seria de medidas de recorte fiscal para acotar los desequilibrios, a la vez que se empezó a atisbar una vuelta a la senda del crecimiento económico en los años 2018 y 2019, que fue truncada con la llegada de la pandemia del coronavirus. 
Actualmente el porcentaje que supone la deuda respecto del PIB es del 79,6%.




PRESIÓN FICAL 

La presión fiscal de Brasil (recaudación fiscal como % del PIB) es una de las más altas del área de América Latina y el Caribe (sólo superada por Cuba y Barbados) y la más alta de Sudamérica, superando el 30% de forma persistente durante las últimas décadas y situada en un 31.6% en 2021.






EXPORTACIONES E IMPORTACIONES 


En 2021 la balanza comercial brasileña experimentó un superávit, superando las exportaciones a las importaciones. Las exportaciones representaron unos 275.316 millones de dólares y las importaciones alcanzaron 218.094 millones de dólares. 
La producción agrícola es la principal fuente de exportaciones de Brasil y el mayor motor de aceleración de la economía brasileña: especialmente café, caña de azúcar, soja y naranjas. Durante el año de la pandemia fue la actividad que más creció, Brasil sigue siendo muy dependiente de las materias primas.
Estos productos manufacturados tendrían un mayor valor añadido, significaría creación de puestos de trabajo y una disminución de las importaciones. 






TIPOS DE INTERÉS E INFLACIÓN







Brasil, como puede observarse en el gráfico tiene una tasa de interés real mucho más elevada que los países comparables de su entorno y se ha situado de forma sostenida como uno de los países con mayor tipo de interés real (sólo superado temporalmente por países con economías muy precarias cuyos indicadores son muy fluctuantes). De esta forma, el tipo de interés real (que es el resultado de descontar la inflación de ese año al tipo de interés nominal) de Brasil ha oscilado entre el 20 y 40% durante los últimos 15 años, coincidiendo los periodos de incremento recientes (por ejemplo, 2013-2017) con contracciones de la economía.